jueves, 12 de enero de 2012

7. El profundo sur

El dia que nos bajamos del tren que nos trajo de Bangkok tuvimos un humedo recibimiento. Despues de un mes sin oler la lluvia, nada mas retomar las bicis despues del paron, nos cayo el diluvio casi universal que nos encerro muy a nuestro pesar, durante tres dias en un agujero con media fauna de Tailandia: cucarachas, aranias, hormigas, geckos y por supuesto, no podian faltar los maravillosos mosquitos que nos susurraban al oido felices suenos... Tres claustrofobicos dias en los que no haciamos mas que mirar al cielo para vislumbrar algun cambio en los grises de las nubes.
Por fin al cuarto dia Buda escucho nuestras plegarias y amanecio un dia azul, perfecto para empezar (por fin!) de nuevo con las bicis.


Nuestro primer mes en el pais ha sido raro. No conectamos bien con el sitio y eso nos ha hecho pensar y tener una sensacion equivocada de sus gentes. Hasta ahora con los tailandeses que nos habiamos encontrado eran gente que de una manera u otra vivian del turismo. Un turismo en masa, que desde nuestro punto de vista, esta desbordado. Por ello, en cierto modo, podemos llegar a entender a muchos tailandeses que te ponen mala cara. 
El tema es que, como hemos dicho en muchas ocasiones, cuando escapas del circuito turistico la cosa cambia. Y aunque las carreteras elegidas por las que rodamos no sean de las mejores del viaje, en dos dias pedaleando se ha abierto ante nosotros un mundo de colores. La gente vuelve a sonreir a nuestro paso, saludan continuamente, nos regalan fruta cada vez que paramos a refugiarnos en alguna sombra, nos invitan a txupitos de licorazo a las 9 de la manana, incluso los ninos nos gritan "I love you". 

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El trozo de costa que separa Pak Phanang de Hua Sai seguramente no la vendan las agencias turisticas por sus playas de arena blanca y sus aguas cristalinas, aunque no por eso nos ha dejado de fascinar y sorprender. El mar se ha tomado su propia ley de costas destruyendo las construcciones levantadas por el hombre. 

Kilometros y kilometros de playas abandonadas a su suerte, llenas de basura traida por las mareas y por la dejadez de la gente, dan a este trozo de costa un punto de tristeza, de melancolia, donde el curtido rostro de los pescadores azotado por el sol y el aire reflejan una dura vida. Nosotros la hemos bautizado como "La costa de la desolacion".

Conviviendo codo con codo, los musulmanes constituyen la minoria religiosa mas importante de Tailandia. Cuanto mas vamos bajando hacia el sur, mas se va notando la influencia musulmana debido a la cercania de Malasia. 

 

Songhkla es nuestra ultima parada antes de cruzar nuevamente la frontera. Ciudad que gira en torno a su sirena de bronce en honor a Mae Thorani (diosa hinduista budista de la tierra). Los lugarenos frotan sus senos para atraer a la buena suerte.



Las calles comienzan a decorarse para dar la bienvenida al nuevo anio chino que se celebrara el 23 de enero




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